LA FOTO
. La peda me pone esplendido.- Pinche taxista, me llevò a dar la vuelta. Es muy tarde, ya me quede sin cenar-pienso. Busco las llaves.
La luz de la sala, encendida; la televisión también. Pinche Patricia, como ella no paga el recibo de luz. Subo a la recamara. Ahí esta mi esposa. Hojea el Tv y novelas. Los anteojos y el camisón la hacen ver mayor. Parece de cuarenta años.
-No apagaste la tele.
Ella no responde.
Busco donde poner mi saco. Encuentro una silla. Pongo la pistola sobre el buró junto a mis novelas de detectives y mis Muy Interesante. Me gusta leer por las mañanas. Devoro artículos de física o química. Luego le escupo a mi pareja, mientras desayunamos quesadillas a bordo de la patrulla frases como:
Si juntas acido clorhídrico, alcohol y cocaína se forma una mezcla que los científicos llaman clorhidrato de cocaína. Pero tú y yo lo llamamos crack.
Otras veces, cuando andamos bien trabados por fumar tanta piedra, lo agarro a mazapanes y lo pendejeo por no leer más que El Libro Vaquero o El sensacional de Luchas.
Entro al baño. Mi apariencia en el espejo: ojeras, bigote mal cortado. Detrás de mí, una fotografía de mi esposa; sonríe, cubriéndose las tetas con ambas manos. Un poco de pezón escapa de entre sus dedos. Perra. Debajo de la fotografía se puede leer:
“Refaccionaría Sandoval agradece a sus clientes y amigos su preferencia y les desea una feliz navidad y un prospero año nuevo”.
Conservo el calendario desde hace mucho tiempo. En el vi por primera vez a Patricia. ¿Quién se iba a imaginar que la encontraría en aquel burdel y que además nos casaríamos? Así cuento con los servicios de una profesional totalmente gratis.
Fue la respuesta que le di a mi padre cuando pregunto sobre mi decisión.
El astringosol elimina el olor a tequila de mi aliento. Mi ropa sudada queda en el suelo. La piyama que me pongo parece de joto; es un regalo de bodas.
Carajo.
La foto del calendario me pone caliente. Siempre lo hace. Salgo del baño. Quiero lanzarme sobre mi esposa, al verla me detengo. Pica un poco de coca que yo traía en el saco. Toda una experta.
-¿Cómo te fue hoy, mi vida?
-Ya te he dicho que no me gusta que me bolsees.-le digo.
-Ay que payaso. De todas formas me ibas a dar.
Me acerco. Patricia me ofrece el polvo sobre un espejo. Aspiro un par de líneas. Ella hace lo mismo. Nos besamos largo y húmedo. Tiro del camisón dejando al descubierto unos pants y una camiseta.
-Es que hace mucho frìo-dice.
No hablamos más. Cogemos sin ternura. Sucio y duro.
Termino. Me dan ganas de orinar. Dejo abierta la puerta del baño; así que la foto del calendario es reemplazada por mi esposa. Las sabanas cubren su cuerpo. Hago lo que tengo que hacer. Luego me paro frente al espejo.
-¿Dónde andabas?
-¿Ya vas a empezar, gorda?
-No te enojes. Quiero saber, nada más.
-.Mejor tu dime que hacías despierta a esta hora. ¿Me estas checando o que?
.
-No es eso. Lo que pasa es que vino Gabriela. Andaba medio borracha, traía media botella de Bacardi y nos echamos unas cubas. Le ofrecí quedarse pero dijo que tenía algo que hacer temprano. Se fue muy tarde.
-¿Otra vez Gabriela?
Empiezo a encabronarme. Ella lo nota, así que cierra la boca. Una pregunta más y le volteo un chingadazo.
-Javier.
-¿Ahora que quieres, culera?- Sueno amenazante. Mi aliento empaña el espejo.
-Gabriela me llevo al putero donde estabas con el comandante y sus amiguitas.
Volteo sorprendido. Veo su brazo estirarse hasta el buró.
La pistola.
Chingado.
Un gas que se convierte de repente en un sólido provoca un efecto que los científicos llaman sublimación. Yo lo llamo cagarme de miedo.
- Mira nada más tu jeta. Pero eso no es todo papacito, eso no es todo. ¿Sabes que mas?
No se que decir. Permanezco callado e inmóvil.
-Gabriela coge mas rico que tu.